La sobredosis
***ADVERTENCIA: EN ESTE CUENTO SE TOCAN TEMAS SENSIBLES RELACIONADOS A LA DEPRESIÓN, EL TRAUMA Y LA VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ. SE HA DEJADO CON LETRAS ROJAS LA PARTE MÁS DURA EN CASO SE QUIERA SALTAR***
- ¿Estás perdido?
Dos pares de manos con pulseras de playa y unas blusas y pantaloncillos cortos. Los autos pasan. Una cigarra cantadulcemente en el silencio de la noche oscura, iluminada apenas por la luz de la luna más grande del siglo. Según la NASA, al menos.
Estoy parado en medio de la calle. Quizá debería de sentarme, dejar de pretender que me pueden sostener las piernas, pero no puedo hacerlo. Debo continuar, continuar caminando, no darme por vencido, no dejarme caer, no -
Las manos se alzan sobre mí como garras y yo caigo, me echo hacia atrás. ¡Me van a atrapar! Las risas de todos a mi alrededor, el ácido en mi boca y la mirada de un ángel caído. Qué es esto, ¿sangre? ¿Acaso es la sangre lo que corre dentro de mis venas o son mil corredores sin aliento?
- Cuidado.
Estoy cayendo, cayendo a toda velocidad hacia las estrellas. Quizá una parvada de gansos me atrape antes de que caiga y salga de la tierra como un bólido, pero al revés. Un anti bólido de anti materia, una anti caída. Los gansos me ponen en un bello carruaje adornado con bolsas de papas fritas y envolturas de chicle, me dicen que todo estará bien, se disponen a conducir y allá van, allá van a lo lejos, dejándome flotando en el vacío.
A veces me he preguntado, a lo largo de mi vida, si acaso mi sombra dejará alguna vez de seguirme. Si se cansará de mí, se aburrirá, si acaso me odiará por mi estupidez, mi mediocridad. Debe ser una tortura, como asistir a una obra muy aburrida, repetitiva, predecible, con mal diálogo y personajes mal desarrollados. Casi casi parece una parodia, una muy barata, o un fanfic mal escrito.
Veo una rana que me sonríe, sentada en una silla frente a mí. Se inclina hacia el frente y con un dedo largo y viscoso me da un golpe en la frente. Caigo hacia atrás o al menos eso siento. Pero en realidad son sólo mis ojos los que se caen de mi frente mientras mi cuerpo sigue allí sentado en medio de un montón de estrellas.
- No se preocupe.
contigo. - dice mi sombra.
Yo la miro, sin saber muy bien qué responder a todo ese discurso. ¿Debería de aplaudir o hacer una reverencia? La Reina de Inglaterra, vestida con un gran vestido rojo, toma por las patas a un pobre flamingo y golpea un erizo que se hace bola para jugar al criquet. Siento que se hace tarde, así que apago la tele.
Subo lentamente las escaleras en compañía de mi sombra y entro a mi cuarto en compañía de mi sombra. Voy a cerrar la puerta pero entonces lo veo. Un alienígena me sonríe desde el vestíbulo de entrada. Tengo miedo. Quiero llamar a mamá pero tengo miedo. Quiero llamar a papá pero tengo miedo.
"Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación. Es tu imaginación." Alucinaciones.
El alienígena está en mi cuarto y yo estoy en mi cama muy rígido, no puedo moverme. Está estudiando mi cuerpo, me va a disecar, me va a matar. Me está metiendo una sonda en el cuerpo, me duele, tengo miedo, quiero que se vaya, quiero que pare. Para, para. Mamá, mamá dónde estás, papá, papá por favor ayuda. Algo húmedo en mi boca y algo húmedo abajo, me duele el cuerpo, me va a disecar, me va a matar, no puedo hacer ruido, aunque quiera no puedo gritar. Se va, se va por la ventana en su nave espacial, a mis padres los había dormido con una poción especial. Tengo que irme, tengo que irme, tengo que irme de aquí. Mis ojos se quedan fijos en mi sombra.
- Estás a salvo.
Doce personas me rodean en un círculo perfecto, mirándome sin expresión. Visten batas blancas y llevan distintas cosas en las manos: frasquitos, toallas, papeles, teléfonos, máquinas... De mi interior sale una flecha y cada vez que la flecha señala a una de ellas, esta se adelanta, viene hasta mí y comienza a hacer movimientos extraños. Una a una, poco a poco, empezando por la de más allá y girando siempre hacia la derecha, sin parar, repitiéndose cada vez.
Quisiera creer que estoy a salvo. Pero ahora ya no encuentro a mi sombra.
Texto e imagen de Viento Nocturno
Comentarios
Publicar un comentario