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Mostrando entradas de abril, 2020

Recuerdos soleados

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Era clarito el sol cuando yo era niño y las nubes que volaban en lo alto de mi casa nunca habían ennegrecido, mis ojos adoraban ver el sol y la tormenta, los reflejos de cristales y los cristales en los caminos, miles de barquitos de papel caían como diluvio sobre los ríos de las calles y mis ojos observaban siempre sin pestañear. La luz no es eterna ni es inamovible, la luz se dobla, se retuerce, se adapta, un rayito de sol no oscurece al entrar en una habitación en penumbra, más bien al contrario ilumina el entorno y él mismo va cambiando e influenciándolo todo: no es lo mismo la luz del amanecer que la luz del atardecer que la luz del medio día, el sol es adorable cuando despierta bostezando que es cuando yo lo miro con ternura, hay algo sublime en cambio en el sol que se oculta y entonces yo prefiero estar callado, mientras que a medio día el sol que se aburre me aburre a mí igual. Mi abuelita me decía que cua

Ojos de tigre

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Me gusta el aroma de la mermelada de durazno. A veces cuando camino por la Calle de los Puentes huele a durazno, el aroma sale desde las casas como si dentro miles de plantíos estuvieran a un muro de distancia. Incluso, si prestas atención, puedes oír los ruidos del campo cobrando vida en medio de la ciudad y notas que por allí cloquea una gallina, más allá muge una vaca, a lo lejos ladran los perros. Hasta el viento suena diferente, como más limpio, más libre, aunque la calle demasiado estrecha para su grandeza amenace con asfixiarlo. La Calle de los Puentes se llama así porque por alguna razón el gobierno decidió que se necesitaba un puente peatonal casi en cada esquina, lo que provocó una evidente división de opiniones entre los televidentes. Los hubo que publicaron en Facebook que eso tenía todo el sentido del mundo, que ahora los peatones no tenían excusa para no utilizar los puentes y que no era tanto dinero en realidad el que se había gastado. Luego los hubo los que se fu

Para cuando tengas las alas rotas

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Un día te despiertas y descubres que se han llevado tus alas, no lo ha hecho nadie, tampoco es tu culpa, simplemente se trata del paso del tiempo y a veces de las circunstancias: el mundo a tu alrededor cambia, las personas no se detienen, ninguna lo hace, y tú ya no recuerdas qué es lo que deseabas cuando eras niño. Dicen que para crecer tienes que matar al niño y permitir nacer al hombre, yo digo que eso son tonterías: si no tuviera un niño guardadito en mi interior ¿cómo sabría quién soy, hacia dónde voy, qué deseo? ¿cómo podría contar las historias que cuento, reír de los chistes que amo, jugar como siempre con mis amigos? Crecer, hacerse grande, no es olvidarte del sabor de la miel por las mañanas, crecer tampoco es ser un niño grande, atrapado en el cuerpo de un adulto, inseguro y temeroso, pero entre adultos mutilados y niños asustados yo prefiero tener a mi niño en mi interior bien guardadi