Profecía para los pobladores de un nuevo país
Se levanta desde
el lago de Texcoco
tu alta y pálida
figura,
tu voz rasga los cielos
así como rasgadas están
tus vestiduras,
no importa que me llegue
desde kilómetros de distancia:
igual puedo escuchar
fuerte y claro
tu lamento.
Ay, Llorona, que se mueren tus hijos
de hambre allá en la sierra,
que los militares
te matan los niños
y de traficantes los visten,
ay, Llorona,
tu México sangra,
Diosa Madre Doliente,
Cihuacóatl despierta,
alza al cielo tus manos
y grita con voz ferviente:
"Ay, mis hijos,
mis aguas, mis tierras,
¡Anáhuac perdido, gritos en la sierra!
La advertencia no fue escuchada,
mis hijos murieron,
la advertencia no fue tomada,
mis hijos desaparecieron,
hoy son otros los hijos
que acojo en mi seno,
hoy son otras las voces
que oigo hablar en el cerro.
"Escuchen, mis hijos,
que viene una tormenta.
Miren al cielo del este,
la mar está violenta.
El sur y el norte que colapsan
sobre sus imperios de mentiras
no son señal de la esperanza,
pero más bien de la insidia
que otros grandes imperios
tomarán por puerta abierta
para de nuevo mancillar
con su planta mis suelos.
"Escuchen mi advertencia, hijos míos,
escuchen mi llanto,
ay mis hijos, ay mis queridos,
en un mundo cruel de desencanto."
Texto e imagen de Viento Nocturno
Comentarios
Publicar un comentario