Mi cielo de nacimiento

Atardecer en el horizonte de una calle solitaria

No me gusta pensar
que cuando el sol se pone
en otro lugar existe
un espejo que se rompe,
las algas que crecen
desde el fondo del mar
siempre han estado allí,
es ilógico pensar
que hayan empezado a crecer
a la par conmigo
y sin embargo lo han hecho,
y sin embargo el espejo
yace roto debajo del diván.

Llamo a todas las aves del norte
al edificio de mi hogar,
el reflejo de la luna invertido me espera
en medio del manglar,
yo navego con mi canoa en silencio
por entre las rocas muertas,
llego al centro de todo y observo
un fuego arder bajo las aguas. 

Espera a que las sombras tomen forma
mientras ríes del vuelo de la golondrina,
espera a escuchar sus lejanas voces
e ignora la llegada del hielo
que congela de los rostros los ojos
y de los ojos los pensamientos
mientras tú insistes y miras y buscas
los rastros de un tiempo
que ya no existe.

El color del sol al menos es el mismo
y las calles son las mismas
y los aromas y los sonidos,
no todo ha cambiado,
aún son otros niños
los que ríen bajo la luz
de un atardecer eterno,
pero tú ahora eres otro
y observas en silencio
mientras las sombras pasan a tu lado
sin verte, sin oírte,
sin que seas relevante a su paso,
el espejo estaba roto
desde mucho tiempo atrás
y ahora incluso los fantasmas
se han ido ya.

Texto e imagen de Viento Nocturno

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