Insomnia

Demonio alado rojo sobre fondo negro degradado.

Llevo cuatro noches ya sin poder dormir, hoy el quinto día comienza y yo me esfuerzo por lucir normal mientras voy llegando al trabajo. No puedo dejar de preguntarme por qué pasaba esto, por qué al acostarme en mi cama irremediablemente mi mente me mantiene despierto por todas las horas que se supone debían de estar destinadas a mi descanso. Minuto tras minuto, hora tras hora, y al parecer ahora día tras día. Esto se estaba volviendo ridículo, el cansancio hace que mis brazos y piernas se sientan pesados y agarrotados además de darme un dolor de cabeza perenne. 

De vez en cuando lograba entrar a un estado de semi inconsciencia por supuesto, una especie de duermevela en la que no estás del todo dormido pero tu cuerpo ya no soporta más y baja al mínimo tu capacidad de respuesta. Aunque eso aliviaba ligeramente mi sufrimiento intentaba evitar caer en ese estado a toda costa, aunque sufriera más el insomnio por ello. Esto porque cada vez parecían asediarme las pesadillas, algunas tan vividas y horrendas que podía haberlas catalogado de terrores nocturnos y parálisis de sueño. 

Normalmente estas oscuras visiones venían bajo los temas y escenarios más diversos, presentando un carnaval de demonios, monstruos y miedos ocultos que no era peor que cualquier otra pesadilla. Pero había dos sueños, dos imágenes recurrentes que habían sido consistentes a lo largo de todo ese periodo e incluso desde antes de que perdiera la capacidad para dormir. En uno de los sueños me encontraba sin poder controlar mis movimientos siendo conducido a través de un jardín muy grande y extraño. No podía verme a mí mismo ni entender la fuerza que me conducía, simplemente veía frente a mí discurrir los caminos de piedra entre jardineras de exuberante vegetación, el sol brillando a través de las copas de los árboles y el canto de las aves inundándolo todo en una cacofonía casi perturbadora. 

Al cabo de lo que parecían varios minutos de estar paseando por el jardín el sonido de las aves desaparecía de pronto, dejándome en el más completo silencio. Entonces, sin falta, daba vuelta en uno de los recodos y quedaba frente a frente con lo que parecía ser una fuente pegada a la pared que consistía en una cabeza de serpiente de piedra que escupía un chorro de agua sobre lo que parecía ser una placa de piedra. Conforme me iba acercando el agua comenzaba a enrojecer hasta convertirse completamente en sangre, el chapoteo del líquido cayendo resonando en mis oídos como el único sonido presente en el jardín hasta que despertaba. Recientemente descubrí algo más, algo aterrador: la placa de piedra era en realidad una tumba. 

El otro sueño recurrente era más bien una parálisis de sueño, una visión de la semi consciencia. En ella, así como en cualquier otra parálisis de sueño, mi cuerpo se apaga pero mi mente sigue despierta, dejándome completamente inmóvil pero con los ojos abiertos. Poco a poco comienzo a notar que hay alguien más en la habitación observándome con sus brillantes ojos rojos desde las sombras. Casi siento que se sonríe mientras yo lo observo, impotente, en silencio, mi corazón comenzando a latir cada vez más deprisa y mi respiración volviéndose tan pesada que siento que me ahogo. Entonces, mientras lucho por despertar del todo, la silueta de la persona comienza a deslizarse hacia la cabecera de mi cama hasta que finalmente se alza a pocos centímetros de mi rostro cubriendo por completo la ventana. Siento que se inclina sobre mi y aunque no puedo ver bien qué es lo que hace puedo sentir claramente su aliento en mi cuello mientras su risa taladra mis oídos. Es entonces cuando normalmente logro despertarme. 

Realmente estoy desesperado, ya no sé qué hacer. Lo peor es que hoy mi mente se quedó completamente en blanco durante todo mi horario de trabajo, no tengo recuerdos de las horas en que se supone estuve realizando mis tareas en la oficina. Al principio pensé que me habría quedado dormido en algún lado, pero le pregunté a mi supervisor y a mis compañeros y me dijeron que había estado trabajando de forma ejemplar, en todo caso más silencioso de lo habitual. Ahora mientras camino de vuelta a casa dándole vueltas una y otra vez a los recuerdos de cuando llegué al trabajo para intentar entender por qué el resto de mi memoria desapareció no puedo evitar notar el silencio.

No se escuchan autos, bicicletas, voces, música, no se escucha nada en la ciudad. Siento que mi corazón se comienza a acelerar mientras miro alrededor y noto la presencia silenciosa de decenas, cientos de pájaros parados en silencio en las ramas de los árboles, los cables de luz, los techos de los edificios y las casas, todos sus ojos fijos en mí. Dios mío, debo de estar alucinando, pienso mientras comienzo a correr de vuelta a casa sin encontrar ni una sola persona en mi camino. 

Llego a mi pequeño departamento y me encierro en su interior, sintiendo de inmediato un alivio a la opresiva atmósfera de silencio de las calles. Comienzo a relajarme, a tranquilizarme, me quito mi abrigo, dejo mi maletín en el sillón, siento que voy a poder dormir por fin esta noche. Me dirijo a la cocina para prepararme un té relajante y luego irme de inmediato a la cama, pero apenas llego a la puerta me detengo en seco. 

Hay un cuerpo colgando encima de mi lavabo, los pies atados al techo por una soga y las ropas arrugadas, manchadas de sangre pero intactas. Un par de ojos me observan desde el borde del lavabo, la boca muy abierta congelada para siempre en un grito de horror abriéndose como un pozo negro. Un largo tajo rebana su cuello, desde el cual aún escurre, goteando lentamente, la sangre espesa y roja. A pesar de toda la sangre puedo reconocer el rostro de inmediato: soy yo... 

Doy un grito y caigo hacia atrás,  estoy a punto de correr pero entonces cuando vuelvo a mirar el cuerpo ha desaparecido. Me acerco inseguro al lavabo, mi corazón latiendo a mil por hora. No hay nada. Entonces voy corriendo a vomitar al baño, el asco haciendo que mi cuerpo tiemble de pies a cabeza. Mi reflejo me devuelve una mirada aterrorizada desde el espejo, mi mano yéndose a mi cuello de inmediato con un estremecimiento... ¿Otra alucinación? Quizá debería llamar a alguien. 

Decidiendo que lo haré en cuanto termine de tomar mi té me dirijo de vuelta con pasos inseguros a la cocina, donde obviamente ya no hay nada. Una vez preparado el té me siento a la mesa con un suspiro para beberlo, escuchando música en mi celular mientras tanto. Me distrae de las canciones el sabor de la bebida, extrañamente metálico y espeso, lo que me hace pensar que el agua debe haber llegado con exceso de cloro o algo así. Tiro el té por el lavabo y lavo la taza, resignado. 

Nadie contesta el teléfono en casa de mi hermana. Estoy por volver a intentar cuando recuerdo que está de viaje con su esposo y que probablemente esté dormida por la diferencia de horariros. Con un suspiro decido intentar mejor dormir y apago las luces, sintiéndome optimista por el terrible cansancio que me obliga a bostezar. Estoy agotado, no sólo físicamente si no mental y emocionalmente. Todas estas alucinaciones, las pesadillas, los efectos del agotamiento... No sé si voy a poder soportarlos por más tiempo. 

Al prepararme para meterme a la cama me quedo de nuevo congelado. Hay sangre en mi sábana, estoy seguro de que esas manchas no estaban ahí en la mañana. Retiro un poco más las cobijas y veo dos pares de blancos dientes abandonados como a la mitad de la cama. Los observo sin comprender nada por un rato, creo que estoy demasiado cansado para realmente asustarme porque lo único que hago es tirarlos a la basura y cambiar rápidamente las sábanas manchadas de sangre. Reviso mis dientes con los dedos sin notar nada raro y decido que no vale la pena, sólo espero que esto no me quite el sueño. Para mi alivio en cuanto toco la almohada me quedo profundamente dormido.

Tengo un sueño muy raro pero extrañamente satisfactorio, nada aterrador. En el sueño soy un demonio, una criatura de la noche que vuela a gran velocidad por los cielos de la ciudad buscando su presa. Entonces huelo algo, algo delicioso y bajo hasta una ventana a través de la cual me deslizo con cuidado. Observo una figura profundamente dormida en su cama y me inclino sobre ella, oliendo su miedo, regodeándome, relamiéndome. Entonces con movimientos delicados para no despertarlo llevo al hombre a la cocina y lo cuelgo del techo encima del lavabo. Saco una navaja y con un movimiento rápido le rajo la garganta, acercando de inmediato mis labios a la herida para beber copiosamente mientras ignoro sus gritos de agonía. Siento la última parte de mi humanidad ceder mientras cuatro de mis dientes, los caninos, caen de mi boca ensangrentada para dejar salir unos largos y afilados colmillos. Olvidándome de ellos casi de inmediato me voy de ahí sintiendo el llamado de la noche. 

Cuando hoy he despertado había un terrible silencio a mi alrededor, un silencio y una oscuridad profundas como la no existencia. Por un momento pensé que estaba muerto, pero entonces escuché unos llantos familiares llegando desde el otro lado de lo que ahora podía sentir era piedra. Mi hermana lloraba junto con su esposo, un ruido molesto y sin sentido, un balido estúpido de una criatura débil. No sentía nada por ellos, tampoco sentía confusión o sorpresa por mis propios pensamientos. Simplemente sentía una terrible impaciencia, una energía fogosa y violenta, un hambre incontrolable. Finalmente todo quedó en silencio, el calor del sol del atardecer colándose a través de la piedra mientras la fuente que coronaba mi tumba comenzaba a funcionar. ¿Tanto dinero tendría mi hermana para haber creado un cementerio familiar? Bueno, mejor para mí. 

Estirándome, sintiendo mis huesos crujir bajo mi carne me preparé para salir. Concentré todas mis energías en la piedra y comencé a empujar y a rasguñar como un animal encerrado, poco a poco rompiendo la roca de mi cripta y arrastrándome fuera a través de la cascada de sangre que caía desde la fuente en medio del silencio más absoluto. Una sonrisa de triunfo asomó a mis labios. ¡Por fin, libre! Ahora sólo quedaba saciar esta terrible hambre que me sofocaba. 

Sólo entonces noté al pobre joven que me miraba completamente inmóvil y pálido como la luna, parado en medio del camino frente a nuestra tumba. Vi su uniforme y su maletín, supe que debía de haber llegado del trabajo apenas y no pude evitar sonreír con cinismo al reconocer a quien yo solía ser en esos ojillos pequeños y asustados. Entonces lo recordé, antes de irse de viaje mi hermana me había pedido que acudiera a observar el recién terminado cementerio familiar. Quería que viera el lugar donde planeaba enterrarme para darle el visto bueno, no quiso escuchar mis protestas de que no tenía que hacer eso por mí, que yo no podría pagárselo nunca y me había dejado solo con la tumba que un día me recibiría. Pero esa tumba no había estado vacía, oh no. El agua de la fuente se había vuelto sangre ante mis ojos y de su interior había salido... 

- M-Monstruo... - comenzó a gesticular absurdamente aquel imbécil mientras se hacía lentamente hacia atrás, incapaz de correr. 

Yo me reí, solté una profunda carcajada a la noche y luego me lancé sobre él de un salto, mirándolo profundamente con mis brillantes ojos rojos, envenenándole la mente y destruyendo sus recuerdos. Entonces sentí el llamado de la noche y supe que antes de matarlo tendría que matar, tendría que asesinar a otras criaturas para compensar por la paradoja temporal que justificaba mi existencia... y para alimentarme. Mientras me iba volando a lomos de la noche lo miré ahí tirado en medio del jardín y no pude evitar dejar escapar una risita. 

- Nos volveremos a ver... 

Texto e imagen de Viento Nocturno

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