Horizonte

Un cielo de intenso color azul con un par de diminutas nubes.

Camino por el campo
de la hierba alta
con un pajarillo en los labios
y un comal en el alma,
voy deslizándome hacia el centro
como sinuosa serpiente
para desde ahí poder ver
todos los horizontes.

Estoy en el centro
de un gran vacío
que entre cielo y tierra
genera un ligero silbido,
pareciera que abajo
estuvieran cerrados nuestros párpados
mientras arriba brillase
un gigantesco ojo azul.

Observo, miro,
alzo la vista a las alturas
y de pronto caigo,
mis pies se desprenden de la tierra
y yo me precipito
hacia los lejanos cielos;
siento el viento silbar en mis oídos
mientras que veo curvarse
todos los horizontes.

Quizá esté loco,
quizá ya me haya muerto
o la falta de oxígeno y la presión
estén jugando con mi cabeza,
pero juraría que al ver desde arriba
la línea de todos los horizontes
pude ver como todos ellos
no eran más que uno mismo,
curvado, redondeado,
esférico hasta volver
a su propio
origen.

Un océano azul
me rodea,
el agua no tiene
el color normal del océano,
es de un azul tan intenso
que siento su brillo calentarme
como la luz del día;
sus lentas aguas
lamen todo mi cuerpo
y yo cierro los ojos
para respirar sin miedo. 

Dejo entrar al azul en mi cuerpo
para poder volver a casa despierto,
dejo que las aguas me devoren entero
y bajo lento a la Tierra,
mi hogar sempiterno.

Texto e imagen de Viento Nocturno

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