El barco se ha hundido en la mañana

Se ve un barco rudimentario hecho con ramas y hojas hundiéndose en un río soleado.

A veces me gustaría
que mis lágrimas
no se hundieran cual piedras en el río,
las aguas reflejan sin cesar todos mis rostros
y yo observo con tristeza
morir el cielo entre mis ojos.

Ah, qué agradable sorpresa
encontrar un árbol creciendo en tu cabeza,
las raíces hundidas
en los pliegues de tu cerebro
y las ramas alzándose
triplicando tu tamaño
hasta que te es imposible cruzar las puertas;
recuerdo un día en el parque de mi abuelo
que caí por un risco al correr entre el centeno
y quedé ahí
tirado, golpeado,
sumido cual sombra en el suelo
que un cuervo anuncia
en una habitación lejana,
miré entonces desde el fondo hacia el distante cielo
y supe que yo era dios.

Me han vestido con plumas de quetzal
y me han puesto un báculo en las manos
con una cruz de hierro
manchada de rubíes,
me han vestido con una cuerda
atada ante mis ojos
para que no vea
todos vuestros rostros,
me han vestido con la piel
de un millón de tigres
y me han dicho que desearon
morir en tal sacrificio,
me he vestido con las ropas
que no he usado en años
y me he dispuesto a adentrarme entre la bruma.

Una mancha en mi pecho
anuncia
la llegada de los astros
a la ciudad de Tenoch,
yo no soy más que un soldado
que camina en el desierto
y bebe de la teta
de las largas culebras
que cubiertas de plumas
siguen siempre mis pasos.

¡Espejo negro, escupe humo!
¡Espejo negro, escupe humo!
¡Espejo negro, escupe humo!
El barco se ha hundido en la mañana.

Texto e imagen de Viento Nocturno

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