El Ano
EUREKA, EUREKA
LO HEMOS ENCONTRADO, AL FIN, LA FORMA DEFINITIVA EN LA QUE PODEMOS COMPRENDER CUALQUIER FORMA DE EXPRESIÓN HUMANA
SE TRATA DE:
EL ANO
- Sara, cariño, ¿esto es de uno de tus alumnos, me imagino? - el cartel que Grisha sostenía ante sí temblaba por el párkinson, y estaba tan lleno de tonos fosforescentes que parecía alguna especie de mapa de Las Vegas, o de Tokio, sólo basado en los colores de los anuncios luminosos.
- Oh, ¿qué es ese tono jovencito? ¿Acaso insinúas que mis alumnos no dan para más? - una sonrisa ladina asomó a los delgados labios de la vieja maestra. Se levantó de entre las cajas que había estado ordenando, y se acercó a su esposo.
Tras tomarlo con cuidado y acercarlo a su rostro polvoriento, una sonrisa triste asomó a sus ojos cansados. Miró una, dos veces, hasta tres toda la superficie, estudiándola con cuidado. Después negó con la cabeza, y mirando de nuevo hacia lo que tenía que hacer devolvió el dibujo a las manos de su esposo.
- No quiero tirar eso, tiene recuerdos muy preciados para mí.
- ¿Es por "El Ano"?
Sara lo miró como miraría a un ciempiés que se hubiese metido en la casa desde el jardín, y luego rió, las lágrimas saltando de sus ojos como pequeños peces en un estanque. Se recargó en la silla como si de pronto los años se hubiesen vuelto demasiado pesados y sonriendo miró al vacío mientras recordaba.
- En realidad, este trabajo me lo entregaron en mi primer año como maestra. Yo estaba muy nerviosa y me enojaba con relativa facilidad ante los grupos muy grandes, y estaba este muchacho, un chico que siempre se burlaba de mí. Él hizo el cartel.
- ¿Siempre se burlaba? Bueno, ¿no te gustaría mejor entonces tirar algo así? - Grisha miró el papel como si estuviese cubierto de baba, pero su esposa negó con la cabeza en silencio.
- No, en definitiva es algo que me gustaría conservar para ese momento. ¿Sabes? Puede que siempre se burlara, pero en aquel entonces yo les había mandado hacer un cartel basado en el dadaísmo. Este fue el que más me gustó.
- ¿Por qué? Digo, conservar esos diagnósticos es comprensible, pero esto es tan desagradable e innecesario...
- Era sincero.
- En realidad, este trabajo me lo entregaron en mi primer año como maestra. Yo estaba muy nerviosa y me enojaba con relativa facilidad ante los grupos muy grandes, y estaba este muchacho, un chico que siempre se burlaba de mí. Él hizo el cartel.
- ¿Siempre se burlaba? Bueno, ¿no te gustaría mejor entonces tirar algo así? - Grisha miró el papel como si estuviese cubierto de baba, pero su esposa negó con la cabeza en silencio.
- No, en definitiva es algo que me gustaría conservar para ese momento. ¿Sabes? Puede que siempre se burlara, pero en aquel entonces yo les había mandado hacer un cartel basado en el dadaísmo. Este fue el que más me gustó.
- ¿Por qué? Digo, conservar esos diagnósticos es comprensible, pero esto es tan desagradable e innecesario...
- Era sincero.
HOSPITAL NACIONAL A.C.K
Sara seguía mirando constantemente a la ventana. La ambulancia estacionada frente a su casa la ponía nerviosa, era como tirar la privacidad por la ventana. Sabía que era una tontería pero aún así le molestaba. Por otro lado, el acrónimo: ¿qué demonios significaba A.C.K?
- Cariño. - sintió la mano de Grisha en la suya y miró al frente.
- Ah, sí. - la enfermera era realmente muy bonita, y le sonreía con simpatía - Creo que estoy lista, muchas gracias por tomarse la molestia de venir hasta acá.
- No es molestia en lo absoluto, además estoy acostumbrada a ir a las casas de los clientes. Ustedes díganme cuando estén listos para que les ponga la inyección. Tardará en hacer efecto unos diez minutos.
- Ahora mismo, si le parece bien.
La enfermera se inclinó con delicadeza, como de costumbre, y, tras ayudar a los ancianos a inclinarse, les inyectó con mucho cuidado y usando palabras suaves y delicadas justo en el límite entre la cadera y los glúteos. Ellos estaban muy sonrojados cuando le pagaron, y le preguntaron que si ella misma se encargaría de ellos, diez minutos después, cuando hiciese efecto la eutanasia. Pero ella les dijo que lo sentía mucho (y realmente era así, pues le caían bien), pero que ya tenía otro trabajo que hacer. "Sin embargo, ahora mismo les presentaré a mi compañero para que los acompañe en este proceso. Muchas gracias por su preferencia a nuestro servicio".
Luego de dejarlos con su compañero, algo más adulto y dado a tratar esas cuestiones, Verónica tomó su bolso del interior de la ambulancia y se alejó caminando hacia la avenida. Un mensaje en su celular le indicó la casa de su próximo cliente. Se sonrió al ver el vestido rojo en el interior de su bolso. Ya atardecía, pero su trabajo aún no terminaba.
- No es molestia en lo absoluto, además estoy acostumbrada a ir a las casas de los clientes. Ustedes díganme cuando estén listos para que les ponga la inyección. Tardará en hacer efecto unos diez minutos.
- Ahora mismo, si le parece bien.
La enfermera se inclinó con delicadeza, como de costumbre, y, tras ayudar a los ancianos a inclinarse, les inyectó con mucho cuidado y usando palabras suaves y delicadas justo en el límite entre la cadera y los glúteos. Ellos estaban muy sonrojados cuando le pagaron, y le preguntaron que si ella misma se encargaría de ellos, diez minutos después, cuando hiciese efecto la eutanasia. Pero ella les dijo que lo sentía mucho (y realmente era así, pues le caían bien), pero que ya tenía otro trabajo que hacer. "Sin embargo, ahora mismo les presentaré a mi compañero para que los acompañe en este proceso. Muchas gracias por su preferencia a nuestro servicio".
Luego de dejarlos con su compañero, algo más adulto y dado a tratar esas cuestiones, Verónica tomó su bolso del interior de la ambulancia y se alejó caminando hacia la avenida. Un mensaje en su celular le indicó la casa de su próximo cliente. Se sonrió al ver el vestido rojo en el interior de su bolso. Ya atardecía, pero su trabajo aún no terminaba.
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